Dudé si escribir o no sobre Roberto Gómez Bolaños "Chespirito", ocurrido su fallecimiento hace semanas, a pesar que para algunos debería dejarlo descansar en paz, y para otros quizá ya pasó el tiempo de hacerlo. El hecho de escribir sobre él, ya le da cierta importancia e inmortalidad innegables, que irónicamente no quiero darle, pero hay algo más trascendente que él, y es el fondo real de este post: el poder de los medios de comunicación y el cuarto poder.
Antes de polemizar, contaré el resumen de una anécdota que me ocurrió en el 2001 cuando fui instructor comunitario de primaria en una zona rural de León, Gto. Si bien, repito seguido que "un dato no hace una estadística", y que "una golondrina no hace verano", debido al mal uso de la lógica deductiva que realiza el grueso de la población con escasos o unitarios datos, también he advertido que hay fenómenos cuya estadística inferencial se reduce a unos cuantos eventos, por ejemplo esqueletos de dinosaurios, hoyos negros, explosión de súpernovas, súper volcanes, infidelidad sexual, etc. Los cuales se restringen a unos cuantos datos para apostar por un modelo, teoría o conclusión. Así es como ocurre con la conclusión del resumen de la anécdota:
La comunidad era en aquellos días, de las más distantes del Centro, el camión duraba un poco más de una hora en llegar, dejándote a pie de carretera, y no pasaba diario, y lo hacía si no mal recuerdo dos veces al día. Caminando desde que te dejaba el bus, se hacía masomenos una hora para llegar, sobre todo a los neófitos del lugar como su servidor. La comunidad constaba de cuatro casas o familias, que distanciaban al rededor de los 500 m una de la otra en lo alto del cerro. Tenían luz gracias a que el gobierno del estado les había donado plantas solares, que apenas alimentaba focos, quizá una radio o un pequeño televisor en blanco y negro. No tenían lavadoras, planchas eléctricas, ni siquiera licuadoras; se levaba a mano con jabón de pan, y se mezclaba-molía en molcajete; el agua era de pozo y por cierto nada clara.
En la escuelita asistían 5 niños y 2 niñas, de nivel primaria, de 7am a 10am, pues los niños se la pasaban todo el día cuidando las vacas y las chivas en el monte, hasta llegada la tarde, como las 6 o 7 pm. Las niñas se dedicaban al hogar limpiando y cocinando.
En la casa en donde me quedé, un niño de 14 años ya había concluido la primaria y no continuó la secundaria, estaba de baquetón. Lo que me sorprendió del comportamiento de ese chamaco a diferencia de sus otros dos hermanos y dos hermanas que iban clase conmigo, es que era respondón, flojo y desobediente. Lo interesante era que su conducta se me hacía muy parecida a una que yo conocía. Él era el único que veía televisión por mucho tiempo, los otros ni tiempo tenían, llegaban cansados, a cenar y dormir. ¿Qué veía en la tv? Su programa favorito, El Chavo del Ocho, y sí, lamento informar que los patrones de conducta del chavo y vecindad, eran reproducidos por él: respondón, flojo y desobediente.
Dato relevante es lo que llamamos y considero "prueba testigo", es lo que ocurría con otro de mis alumnitos, que era de otra familia y solo oía la radio. Él no tenía televisor y oía por varias horas programas radiofónicos, principalmente deportivos. Adoraba a la Fiera, y en cada momento me preguntaba por el equipo, los partidos y me incitaba a jugar fútbol con un balón que tenía, y lo hicimos los días que duré allí, el problema es que era monte, o sea, pura pendiente y nada llano. Vide en él la influencia de la radio y sus programas, muy diferentes a la tv, y en donde él se obligaba de forma natural a imaginar todo lo que escuchaba, y por ello, el preguntadero que me hacía. Él no era perezoso, ni desobediente, ni respondón, pero sí se comportaba diferente al fan del Chavo, y a los otros que no veían tele ni oían radio.
¿Qué me dejó esta experiencia? La influencia de los medios y sus consecuencias en mentes vírgenes. No puedo dar una conclusión tajante, pero con esos escasos datos, aprecié lo que mi sola razón a priori, deducía de los medios, y en este caso del Chavo del 8. No era un programa propositivo, ni de buena influencia; si bien hace reír, moral e intelectualmente era nocivo.
- Fui niño, vi al Chavo y todos los programas de Chespirito, yo cuento en mi propia encuesta. Soy adulto y reconozco la moral de mi sociedad, y la ética que sostiene Occidente.
- Ni el Chavo ni otro programa de Chespirito fomenta(ron) "las sanas costumbres", la moral o la ética, ni mucho menos los ejercicios intelectuales. En balde sería recordarme capítulos, los conozco y por eso lo sostengo.
- Reconozco que me hacía reír, y mucho, pero ello no niega mi sentencia anterior.
- Reconozco que tenía "humor blanco" que es mucho mejor que el contemporáneo, bastardo de albures y doble sentido, patéticos en originalidad y creatividad.
- Reconozco que independientemente de si me gustaran o no los trabajos de Chespirito, trabajó y duro para lograr sus programas, películas y teatro. No como los inflados de hoy, que son espurios del bello arte.
- Reconozco, y no por ser snobista, que aprecio más el humor gringo, desde el Súper Agente 86, Alf, la Niñera, Mi Bella Genio, Malcom el de en medio, Big Bang Theory.
Deseo en verdad que descanse, no le reprocharía nada, pues jamás fui obligado a ver sus programas, ni mucho menos a copiar sus acciones. Hay cosas verdaderamente repugnantes en Televisa y Tv Azteca, que eclipsan cualquier crítica hacia Roberto Gómez Bolaños.
Muy buen día, muy buen sexo, y que todo sea para bien.
Televidente, W.
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