Divertirse no es estar feliz

¿Debería escribir más?


Arruinaré la introspección que quise generar con esa conclusión...

La felicidad, restando los tratados de los grandes filósofos, es una estado en donde las variables que representan las necesidades descritas por Maslow, son estacionarias. Quien sepa algo de historia de la filosofía, sicología y termodinámica, entienda. Es decir, nunca. Sin embargo es posible, sí es posible una asíntota de ese estado, que nos mantenga tranquilos, a gusto por longevos intervalos de tiempo, y eso, eso es suficiente.

Como budista y afines, arruinaría esta reflexión, en donde el estado ausente de deseos nos deja libres de necesidades, pero no negaré mi mundo.

La paz externa es tan complicada para quien sí le interesa de forma imposible el mundo, que jamás estará tranquilo. La paz interna es tan complicada para quien reconoce que uno es todos.

Es imposible resolverle la vida a cada prójimo que pase en frente. En vano es desgastarse, así es la vida y debemos dejarla correr, en la filosofía más simple y contundente, que es imposible aceptarla por su sencillez.

Pero no me engañaré creyendo y haciendo creer que la diversión es manifestación de felicidad o tranquilidad. Hay que divertirse, pero no hay que negar jamás la realidad funesta que le da sentido al universo.

El placer es el goce sensorial, la satisfacción de los sentidos, es decir, catástrofe efímera, y peor cuando se confunde con felicidad. La felicidad es el goce intelectual y emocional, pero eso también es efímero, aunque trascendente y mucho más importante que buscar y encontrar placer, no es estacionario.

Divertirse no es ser feliz, pero ello no implica no disfrutar los momentos, sean sensoriales, emocionales, o intelectuales. Comparto ese dulce pensamiento que: la vida no es miel sobre hojuelas, pero tiene miel, y tiene hojuelas.

Prosperidad, muy buen día, muy buen sexo, y que todo, todo, sea para bien.

Mellon collie and the infinite sadness, W. 

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