No, no es hechizo japonés o
chinito, son realidades japonesas que si mal son más pronunciadas en Japón, el
resto del mundo y México, también lo vivimos a nuestra manera, y que hoy con el
Covid-19 evocan en mi ocio laboral.
Japón donde el nace el Sol, muere
también con ellos. Tan lejos de nosotros, pero tan cerca que un antropólogo o
sociólogo lo pueden explicar mejor. Si me lees con frecuencia te recordaré o te
mostraré información que para muchos es quizá irrelevante, cuando en mí, son
temas cotidianos para quien convive conmigo… salud:
Kodokushi es el fenómeno de la
sociedad japonesa de morir solo sin que nadie se dé cuenta de ello. Más de 4000 ancianos mueren al año en sus
viviendas hasta que el hedor o la falta de pagos hacen que la gente pregunte
por ellos, y generalmente los encuentran en putrefacción o ya en huesos. Es un
fenómeno senil por excelencia en Japón, en donde los familiares si los tienen
los abandonan, no quizá por maldad, sino por el estilo de vida en los últimos
20 años que la cultura japonesa ha adoptado. Un país viejo derivado de su buena
alimentación, educación física y la muy baja tasa de natalidad. En asilos de ancianos
o en sus viviendas se ha hecho moda financiar robots con inteligencia
artificial para hacer compañía teniendo buenos resultados en la calidad de vida
de los viejos. La senectud es una
patología social según la Sociología, las familias y gobiernos batallan por
atender a las personas de la tercera y cuarta edad, suena horrible, pero es un
hecho. Cada cultura trata de manera diferente a sus abuelos, los latinos somos
más cercanos con ellos, a diferencia del Lejano Oriente o los europeos. Pero en
todos lados los ancianos sufren aislamiento y desatención en mayor o menor
grado, siendo un lastre para los más jóvenes. Triste pero es real.
Pretexto para la conspiración del
Covid-19, de querer menguar la gente senil, millones de dólares en pensiones y
gastos médicos que hacen los gobiernos, principalmente de EEUU, Europa y sí,
Japón. En México y Latinoamérica no
tenemos buenas pensiones, principalmente del sector privado que son la gran
mayoría de jubilados, de allí mayor énfasis en las comorbilidades de presión
arterial, diabetes y obesidad, por parte del gobierno mexicano.
Vivo solo con un montón de perros
y gatos, y en una ocasión hace años que resbalé por las escaleras mientras
trapeaba, “afortunadamente” no me lesioné de gravedad y obviamente no morí.
Pero como experto protector civil, más adrede fui congruente con un Plan de
Contingencias, ante la pregunta, ¿cuánto tiempo pasará para que se den cuenta
mis familiares y amigos que morí en casa? No me aterra morir, me aterra dejar a
mis amigos sin sustento. Aunque ya tomé medidas para ello, aún así creo que si
por descuido estúpido falleciere, mi familia y amistades tardarían días o hasta
dos semanas en percatarse. ¿Cuántos viven así como yo? ¿Ya hicieron algún plan
de contingencia?
Por el contrario…
Hikikomori es el fenómeno de
aislamiento extremo por “el miedo a vivir en sociedad” que sucede entre los
jóvenes japoneses. Sí, miedo a la vida social. No son fobias por estar entre
mucha gente o gente extranjera, sino el convivir con gente, la que sea. Es un
desadaptado en extremo sui generis de la nueva cultura japonesa. Más de 500 mil
jóvenes viven esa realidad en el país
nipón. La gran mayoría si no todos, no viven solos afortunadamente, en otro
fenómeno llamado allá “parasaito shinguru” o solteros parásitos, jóvenes y
adultos que viven a expensas de sus padres, ninis en México, pero con depresión
y con la ventaja de tener sus necesidades económicas resueltas. La “buena”
economía japonesa permite a las familias mantener a sus ninis que explica en
gran parte lo fructífero de este fenómeno… no así en un país latino, en donde
el nini termina haciéndose delincuente, aunque no lo quieran reconocer los
opositores del Pejesidente, nada qué ver los ninis japoneses con los
salvadoreños, ¿por qué? En América Latina el nini no vive enclaustrado y con
miedo a la sociedad, y el ocio es la madre de los vicios y la creatividad.
Como en el caso anterior,
convivir con robots con inteligencia artificial ha ayudado a mejorar el estado
deprimente de muchos jóvenes japoneses, los invita a salir más y evitar el
suicidio, aunque sigan siendo huraños.
Aokigahara es el nombre del
bosque que tiene por moda el suicidio en Japón. El suicidio es la segunda causa
en bruto de muerte entre los 15 a 45 años de edad en todo el mundo, y Japón se
pinta solo, los fenómenos anteriores en suma de su posición social por sus
logros educativos, deprimen a jóvenes y adultos, que los orilla al hikikomori o
al suicidio. El bosque es el final de centenas de suicidas cada año, y el
gobierno se ha esforzado por implementar campañas para recuperar a los
potenciales suicidas, sin mayor resultado.
El Covid-19 ha mostrado que en
México y en toda Latino América, es prácticamente imposible un hikikomori,
estamos ansiosos por salir de la cuarentena, salir a bailar, jugar, pistear,
¿trabajar?; peor, ha de-mostrado también nuestra economía jodida desde 1821
agravada desde los 80´s (SXX) con crisis y devaluaciones, minimizadas también
por los contrarios del Pejelagarto, que obligan a buscar chambitas o qué robar,
para poder tragar o comprar la droga nuestra de cada día. Sin drogas y con
hambre, imposible el hikikomori, pero sí el asesinato, la principal causa de
muerte entre los 15 a los 45 años de edad. Y millones no ven o no quieren ver
la lógica de este paradigma.
El Covid-19 en lugar de ocultar
nuestra infame realidad socioeconómica mexicana, es contraste de ella, pero no
hay peor ciego que el que no quiere ver.
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