Kodokushi, hikikomori, parasaito shinguru, Aokigahara, y el Covid-19

W, 28.04.20 México


No, no es hechizo japonés o chinito, son realidades japonesas que si mal son más pronunciadas en Japón, el resto del mundo y México, también lo vivimos a nuestra manera, y que hoy con el Covid-19 evocan en mi ocio laboral.

Japón donde el nace el Sol, muere también con ellos. Tan lejos de nosotros, pero tan cerca que un antropólogo o sociólogo lo pueden explicar mejor. Si me lees con frecuencia te recordaré o te mostraré información que para muchos es quizá irrelevante, cuando en mí, son temas cotidianos para quien convive conmigo… salud:

Kodokushi es el fenómeno de la sociedad japonesa de morir solo sin que nadie se dé cuenta de ello.  Más de 4000 ancianos mueren al año en sus viviendas hasta que el hedor o la falta de pagos hacen que la gente pregunte por ellos, y generalmente los encuentran en putrefacción o ya en huesos. Es un fenómeno senil por excelencia en Japón, en donde los familiares si los tienen los abandonan, no quizá por maldad, sino por el estilo de vida en los últimos 20 años que la cultura japonesa ha adoptado. Un país viejo derivado de su buena alimentación, educación física y la muy baja tasa de natalidad. En asilos de ancianos o en sus viviendas se ha hecho moda financiar robots con inteligencia artificial para hacer compañía teniendo buenos resultados en la calidad de vida de los viejos.  La senectud es una patología social según la Sociología, las familias y gobiernos batallan por atender a las personas de la tercera y cuarta edad, suena horrible, pero es un hecho. Cada cultura trata de manera diferente a sus abuelos, los latinos somos más cercanos con ellos, a diferencia del Lejano Oriente o los europeos. Pero en todos lados los ancianos sufren aislamiento y desatención en mayor o menor grado, siendo un lastre para los más jóvenes. Triste pero es real.

Pretexto para la conspiración del Covid-19, de querer menguar la gente senil, millones de dólares en pensiones y gastos médicos que hacen los gobiernos, principalmente de EEUU, Europa y sí, Japón.  En México y Latinoamérica no tenemos buenas pensiones, principalmente del sector privado que son la gran mayoría de jubilados, de allí mayor énfasis en las comorbilidades de presión arterial, diabetes y obesidad, por parte del gobierno mexicano.  

Vivo solo con un montón de perros y gatos, y en una ocasión hace años que resbalé por las escaleras mientras trapeaba, “afortunadamente” no me lesioné de gravedad y obviamente no morí. Pero como experto protector civil, más adrede fui congruente con un Plan de Contingencias, ante la pregunta, ¿cuánto tiempo pasará para que se den cuenta mis familiares y amigos que morí en casa? No me aterra morir, me aterra dejar a mis amigos sin sustento. Aunque ya tomé medidas para ello, aún así creo que si por descuido estúpido falleciere, mi familia y amistades tardarían días o hasta dos semanas en percatarse. ¿Cuántos viven así como yo? ¿Ya hicieron algún plan de contingencia?
Por el contrario…

Hikikomori es el fenómeno de aislamiento extremo por “el miedo a vivir en sociedad” que sucede entre los jóvenes japoneses. Sí, miedo a la vida social. No son fobias por estar entre mucha gente o gente extranjera, sino el convivir con gente, la que sea. Es un desadaptado en extremo sui generis de la nueva cultura japonesa. Más de 500 mil jóvenes  viven esa realidad en el país nipón. La gran mayoría si no todos, no viven solos afortunadamente, en otro fenómeno llamado allá “parasaito shinguru” o solteros parásitos, jóvenes y adultos que viven a expensas de sus padres, ninis en México, pero con depresión y con la ventaja de tener sus necesidades económicas resueltas. La “buena” economía japonesa permite a las familias mantener a sus ninis que explica en gran parte lo fructífero de este fenómeno… no así en un país latino, en donde el nini termina haciéndose delincuente, aunque no lo quieran reconocer los opositores del Pejesidente, nada qué ver los ninis japoneses con los salvadoreños, ¿por qué? En América Latina el nini no vive enclaustrado y con miedo a la sociedad, y el ocio es la madre de los vicios y la creatividad.

Como en el caso anterior, convivir con robots con inteligencia artificial ha ayudado a mejorar el estado deprimente de muchos jóvenes japoneses, los invita a salir más y evitar el suicidio, aunque sigan siendo huraños.

Aokigahara es el nombre del bosque que tiene por moda el suicidio en Japón. El suicidio es la segunda causa en bruto de muerte entre los 15 a 45 años de edad en todo el mundo, y Japón se pinta solo, los fenómenos anteriores en suma de su posición social por sus logros educativos, deprimen a jóvenes y adultos, que los orilla al hikikomori o al suicidio. El bosque es el final de centenas de suicidas cada año, y el gobierno se ha esforzado por implementar campañas para recuperar a los potenciales suicidas, sin mayor resultado.

El Covid-19 ha mostrado que en México y en toda Latino América, es prácticamente imposible un hikikomori, estamos ansiosos por salir de la cuarentena, salir a bailar, jugar, pistear, ¿trabajar?; peor, ha de-mostrado también nuestra economía jodida desde 1821 agravada desde los 80´s (SXX) con crisis y devaluaciones, minimizadas también por los contrarios del Pejelagarto, que obligan a buscar chambitas o qué robar, para poder tragar o comprar la droga nuestra de cada día. Sin drogas y con hambre, imposible el hikikomori, pero sí el asesinato, la principal causa de muerte entre los 15 a los 45 años de edad. Y millones no ven o no quieren ver la lógica de este paradigma.

El Covid-19 en lugar de ocultar nuestra infame realidad socioeconómica mexicana, es contraste de ella, pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.

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