La paradoja de los padres...


Conozco muy pocas personas que me resulten admirables. Una de ellas es mi fenecida abuelita [materna]. Clásica mujer de rancho, con moral y expectativas rurales. Con una quincena de hijos, chaparrita no muy alta, piel blanca (no wera), desposada con un (ya casi extintos) zapatero y ebrio para variar.  De las que aprendió a cocinar "líricamente", sin recetas, sin mentor. Católica de las que rezaba diario el rosario, que se cubría su cabeza al entrar al templo, trabajadora hasta la muerte; era de las que no les gustaba el trapeador y limpiaba a gatas. Nunca fue a la escuela, pero tuvo la fortuna de aprender al menos a leer y escribir. Nunca, nunca la escuché repelar, ni nadie la escuchó quejarse por su chambita hogareña, por su familia. Es quizá la propiedad más grande que tuvo. Nunca "dejó morir" a nadie de su familia. Muchos vivimos con ella, apretados, pero teníamos un espacio y un taco. Ella construyó gran parte de su casa sin saber y sin ayuda. Nunca puso pretextos: "no me ayudan", "yo hago todo", "es que es un borracho", "es que no trabaja", "es que no tengo dinero"... jamás se le escucharon tales frases. "Nunca" nos pidió un favor...


Era una mujer beata, pero no para ser canonizada, pues sí tenía defectos significativos que le impedían llegar a los altares (que es la causa de esta reflexión)... tuvo la fortuna por esas cualidades, de llegar a ser la persona más querida por toda su familia: esposo, hijos, nietos, bisnietos, tataranietos, yernos, nueras, cuñados, consuegros... por ella la gran familia se reunía, y su muerte como se esperaba, causó un distanciamiento inevitable.

Fue mi madre, cosa que a mi mamá no le agrada mucho saber. Pero esa mujer me crío, de chico yo dormía con ella, con mis abuelos, ella me enseñó a rezar, a cocinar, a levantarme temprano, a trabajar... 

No solo fue mi abuela, fui mi amiga, mi confidente, y me ilustraba con esa moral rural que hoy parecería anticuada, pero que genera estrictamente hablando, confusión filosófica para quien la tome en serio. Obvio mi laicado agnóstico le desagradó, pero nunca me criticó, siempre me defendió, y tuve el honor de ser su hijo por encima de los propios. Hasta el último momento solicitaba mi presencia, "él sabe...", decía ella, cómo atenderla, prepararle su comida, cambiarla, curarla, bañarla... entre sus hijos yo ocupé un puesto, y para molestia de mis tías y mamá, el primero. Aunque no fui su consentido, ese fue mi hermano menor, por supuesto no me molestó, pues lo es también para mí. 

Es muy probable que su mamá haya sido mucho mejor persona, pero no la conocí, murió décadas antes de mi natalicio. Pero platicaba de ella como yo lo hago ahora, con la plusvalía que era una ranchera culta. Me contaba que degustaba por la lectura, que cada noche prendía su velita y leía sus librillos que tenía en un cesto... decía que ella y uno de mis "tíos abuelos" charlaban "que de Platón, Lutero... y otras cosas que ni les entendía". "¿Y eso libros abuelita?" "Pos los quemé, ¿quién los iba a leer?"... jajaja cómo me dolió saber eso, ni pedo la vida sigue su curso Corcky...

Ella como me contaba tuvo buena vida en su infancia y su adolescencia; feliz, siempre había leche, tortillas, carne, agua, campo dónde correr, jugar, y abuelos y papás que la amaron.

Y allí es donde está la paradoja. No debería increpar, pero creo en ese espíritu heredado por mi bisabuela (ni siquiera de mis papás), con reservas he manifestado esa antipatía por las contradicciones sociales sobre este tema, y que todo el pinche mundo parece tomarlo como lo más normal.

Aprendí, no se me enseñó, que "todo padre busca que sus hijos tengan una mejor vida que ellos tuvieron". ¡Ta madre!   ¿Y entonces? ¿Cómo explico la carestía a la que trajo a sus hijos? ¿Cómo explico tantos hijos? ¿Cómo explico el no luchar por un mejor status quo para el bienestar de los vástagos? Es muy probable que más de uno al leer esto justifique a mi abuela y familias que pasaron y pasan por esto, y lo exprese con cierta molestia irónica, como si yo fuera un exagerado, lamentablemente mi exageración no es de balde, miro los números, observo mi alrededor, y la pobreza económica, educativa, cultural, son realidades de mi país (por no hablar del tercer mundo). No quejarme es conformarme con la pobreza que vivo y veo. No quejarme es complacer la incultura y analfabetismo que me rodea. Que eso es pedo del gobierno, NO, o mejor dicho sí, pues esto es democracia, que por definición, el pueblo es el gobierno. El pueblo es el que decide su gobierno. Un pueblo inculto y alienado es el que decide cómo será su país. Y en esa plebe están los papases.

Si no tienes con qué, para qué tener tantos hijos. "Es que muchos no están informados"... pero el que está leyendo esto sí. Tiene FB, prueba contundente. ¿Y se necesita estar informado? ¿Dónde quedó el sentido común? En la religión, en el Dios proveerá. Ese "Dios proveerá" esconde los pecados familiares, esconde en estadísticas gubernamentales impersonales la realidad: desnutrición, inanición, abortos. Pobreza, marginación, analfabetismo, desempleo, racismo, clasismo, discriminación, orfandad. Pero con FB  a quién chingados le pesa eso!!! Deja pongo cada pendejada con la que otros se rían y que pongan "likes" que no resuelven ningún problema anterior. 

"Nadie" recuerda a los huérfanos hasta que no puede tener hijos. Como si fueran piezas de un mueble o aparato que hasta que lo necesito lo busco.

No es malo tener hijos sanguíneos, pero sí es malo olvidar y ser indiferente ante los huérfanos. Esa indiferencia, ese olvido, me demuestra los valores que presume esta sociedad civilizada, internauta. 

Que el 30 de abril, que el día de reyes ¡su puta madre! El año tiene 365 días. Y cada día los niños tienen hambre y ganas de jugar.

¿Que qué he hecho? Primero ponerlo sobre la mesa. Segundo, ante la imposibilidad de resolverle la vida a cada persona (empezando con la mía), es que es posible generar programas de iniciativa de Organizaciones de la Sociedad Civil, quise por algún momento aplicarlo en cierta institución, pero que sus lerdas autoridades se enfocan en otras cosas menos dolosas,  espero realizarlo en otra, solo debo tener paciencia y más ellos. Y no creo en utopías.

No comparto la idea de ver un vástago como proyecto, ni mucho menos como inversión. Pues sarcásticamente ni que fueran príncipes de quien el futuro de un país vaya a depender. Allí sí, una princesa es más que una hija de reina, lo es de la nación. Y la segunda es una ignominia descarada, tener hijos para no morir solos, o que se hagan cargo de uno en la senectud... gente?!!!


Como han publicado, pero corrijo de forma bilateral: debemos como padres darles un buen mundo a nuestros hijos, pero también darle al mundo buenos ciudadanos. Ni una ni la otra, las dos.

Nieto desagradecido, W.

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